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17 de noviembre de 2007

El ciclo de la vida

Esta mañana me he levantado pensando en el dinero, aunque no de la manera superficial y materialista en que lo hacemos habitualmente. Hoy he intentado pensar en ello desde una perspectiva biológica; intentando imaginar cómo sería el ciclo de la vida de, por ejemplo, los cinco billetes que hoy llevo en mi cartera.

Lo cierto es que los billetes tienen una buena vida:

  • Nacen en centros especializados que disponen de todo tipo de recursos para garantizar su adecuada gestación.
  • Afrontan su primer contacto con el mundo exterior rodeados de sus iguales, por lo que no existe ningún tipo de discriminación.
  • Disponen de todo tipo de medidas de seguridad para protegerlos de los delincuentes.
  • La gente les tiene mucho afecto y difícilmente son rechazados.
  • Viajan muy a menudo, conociendo muchos lugares y culturas.
  • No tienen aspiraciones absurdas y frustrantes: ningún billete de 20 € aspira a convertirse en uno de 50 €.
  • Cuando su vida se agota tienen una muerte digna; incinerados como caballeros Jedi.
  • Algunos elegidos llegan a lograr la inmortalidad, guardados cuidadosamente en prestigiosas colecciones numismáticas.

Todos estos aspectos pueden motivar interesantes reflexiones, pero hoy me he centrado únicamente en el tema de los viajes que hacen los billetes de Euro desde que salen de cualquiera de los 15 centros de fabricación que hay en Europa. Para ello, me he conectado a la web EuroBillTracker y he registrado los números de serie de los cinco billetes que tenía en la cartera. En esta web, en la que me di de alta hace un par de días, los usuarios introducen la información de los billetes que pasan por sus manos indicando dónde los consiguieron. De esta manera, se puede hacer seguimiento del viaje de esos billetes viendo por dónde han pasado y, si alguien los vuelve a registrar en el futuro, viendo hasta dónde han llegado.

Ahora mismo hay más de 37 millones de billetes dados de alta y esta cifra va aumentando casi exponencialmente.

De los cinco billetes que yo he registrado, dos provienen de Alemania, uno de Holanda y los otros dos son españoles. No tardaré mucho en liberarlos para que puedan continuar su viaje. En todo caso, lo único que espero es poder volver a tener noticias de ellos y saber que están bien.

En fin, supongo que es posible que el próximo nacimiento de mi hijo Víctor haya influido en la carga emocional del artículo de hoy. Os dejo su última ecografía, en la que nos envía un mensaje desde el corazón.