Hacer un comentario positivo o negativo, dar las gracias o no hacerlo, retwittear algo interesante, responder un Whatsapp, darle al botón Me gusta, explicar lo que no te ha gustado, reír un chiste, devolver una mirada... Todo esto son posibles respuestas a acciones cotidianas. Todo esto es feedback y tiene mucha más influencia en nuestro comportamiento de lo que habitualmente pensamos.
Un ejemplo que ilustra lo mucho que puede condicionar el comportamiento de los demás el feedback que nosotros damos es el siguiente experimento psicológico:
El efecto Verplanck
Hace un tiempo, unos chicos de la Universidad de Harvard decidieron hacer un experimento con su profesor. Una mañana, antes de empezar una clase, pactaron entre ellos que cuando el profesor se pusiera en la parte izquierda del aula, todos los alumnos sonreirían. Por el contrario, cuando el profesor estuviera en la parte derecha, todos le mirarían con mala cara.
Además, para no hacerlo de una manera brusca y forzada, acordaron hacerlo progresivamente con una especie de gradiente de buenas y malas caras. Es decir, cuanto más a la derecha, menos sonrisas y más malas caras. Cuanto más se iba acercando a la zona izquierda, más alumnos cambiaban la mala cara por una sonrisa.
El resultado os lo podéis imaginar. El profesor acabó dando la clase pegado a la esquina izquierda del aula y sin saber por qué. Y, de hecho, psicológicamente este es el asunto más interesante: el profesor cambió su comportamiento inconscientemente, gobernado por el feedback que recibía de sus alumnos.
El feedback en el trabajo
En el ámbito laboral, el feedback es un tema esencial siempre que se habla de liderazgo, motivación, comunicación interna dentro de un equipo, etc. Creo que al volver de las vacaciones escribiré otro artículo sobre esto y sobre cómo pueden ayudar las plataformas de colaboración social a hacer fluir este feedback de una manera más eficaz.Bueno, igual lo escribo o igual no. Supongo que todo depende del feedback que reciba de este... :-)