Hola, soy Javier.

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Este es mi blog personal y aquí escribo sobre Internet, tendencias, V&L, cine, fotografía y cualquier otro tema que me parezca que es imprescindible compartir. Si quieres, puedes seguirme por:

17 de octubre de 2007

Víctor 2.0

Tal como anunciamos hace unas semanas, Junior se llamará Víctor.

Concretamente, se llamará Víctor Otero Suárez y esperamos que nazca a final de año en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, aunque no descartamos que nazca cuando le apetezca y donde le apetezca. Lo cierto es que la programación del parto, al igual que la encuesta que pusimos para elegir su nombre, es no vinculante.

Hemos recibido algunas quejas de los partidarios de David, que justamente ganó en las votaciones. Es un nombre que nos gusta, pero lo hemos tenido que descartar principalmente porque David Otero es el guitarrista de "El Canto del Loco" y, al googlear su nombre, aparecen unas 30.000 entradas.

Además, los cromosomas de Víctor, no dejan lugar a dudas.

Por lo tanto, Víctor ya tiene nombre, que es lo único que le hacía falta para tener una identidad propia en la web 2.0. Como no podía ser de otra manera, ya tiene su dominio propio (victorotero.info) y próximamente estrenará su blog, siguiendo los pasos de sus amigas Mar y María. Suponemos que el nuevo blog verá la luz aproximadamente a final de año, pero tal como he dicho antes, no podemos saber la fecha exacta.

De momento, lo que sí podéis hacer es enviarle un correo electrónico a su nueva dirección, que nació ayer mismo. Natalia y yo ya le hemos enviado su primer mensaje: "Hola hijo, somos tus padres y...".

6 de octubre de 2007

Las 100 mejores (4/4)

Epílogo: La mejor

Me falta algo.

Ya ha pasado más de un mes y los hechos aquí relatados ya son casi pasto del olvido, pero hoy me he despertado con la certeza de que esta historia no estaba completa, de que me faltaba algo.

Aquel miércoles comprendí que el supuesto atropello, la maleta abandonada, la clave y lo demás sólo eran elementos aislados que mi imaginación, alentada por una reiterada sobredosis de películas y por el vino francés de la comida, había conectado involuntariamente.

Pero… ¿qué significado tiene el SMS?

Desde el final de aquella semana he llevado en la cartera un pequeño trozo de papel con las películas de la lista que se corresponden con los números del mensaje.

55. Con la muerte en los talones
62. American Graffiti
65. La reina de África
35. Annie Hall
07. Lawrence de Arabia
49. Intolerancia
28. Eva al desnudo

...igual a...

34. Blancanieves y los siete enanitos (1937)

Recuerdo el momento en que terminé de apuntar esos títulos en una esquina de la contraportada del dominical. Pensé que si el 34 se correspondía con Blancanieves, los siete primeros números tendrían algo que ver con los enanitos. Aunque un poco absurda, parecía una buena premisa... pero no conducía a ninguna parte.

Tenía que ser otra cosa.

Esta mañana, mientras Natalia dormía, he ido directamente al ordenador para volver a leer el relato que yo mismo he ido publicando en este blog. Los comentarios de la última entrada confirmaban mi sensación. Hacía falta algo más. La historia no podía acabar en el capítulo 3/4. Dispuesto a descifrar el significado de los números, he vuelto a sacar ese pequeño papel de mi cartera.

Pero no ha salido solo. Después de tantos días guardado en mi bolsillo, una foto que siempre llevo en la cartera se le había quedado pegada: una pequeña foto de Natalia firmada en la parte posterior.

Natalia S.

Al verla, con esa caligrafía tan elegante y tan poco común en la profesión médica, he recordado que fue ella la que me devolvió la cordura con aquellas palabras: "¿Y no crees que has visto demasiadas películas americanas?"

Entonces me he dado cuenta... ¡Americanas! ¡Eso es! ¿Y por qué estoy mirando los títulos en castellano?

Inmediatamente he googleado los títulos buscando las versiones originales en inglés.

55. North by Northwest
62. American Graffiti
65. The African Queen
35. Annie Hall
07. Lawrence of Arabia
49. Intolerance
28. All About Eve

…y por último…

34. Snow White and the Seven Dwarfs

Ya lo tenía. La primera letra de cada título formaba… Natalia S. Era su firma. O visto de otra manera… N+A+T+A+L+I+A = 34.

Al descubrir esta última interpretación del mensaje, he mirado el calendario y he ido corriendo al dormitorio. Por suerte, Natalia parecía que se acababa de despertar.

—¡Feliz cumpleaños, cariño! —le he dicho mientras me sentaba a su lado—. ¿Qué tal te sientan los treinta y cuatro?
—Muy bien. Muchas gracias. —Me ha dicho con una amplia sonrisa—. Supongo que ya has descifrado el SMS que te envié.
—Fuiste… ¿tú? —Le he contestado con una cara a medio camino entre la admiración y la incredulidad.
—Sí, el día aquel que llovió tanto. Te lo envié mientras te esperaba en la calle. Tenía que entretenerme de alguna manera y llevaba en el bolso una copia de la lista esa que habías imprimido. De todas maneras, estaba segura de que lo solucionarías. En fin… ¿y qué me vas a regalar?

Aunque todavía estaba bastante alucinado, he buscado rápidamente una salida digna a esa pregunta y, después de unos momentos y sin saber muy bien por qué, la he encontrado.

—Bueno… Estaba pensando en escribir un pequeño relato y dedicártelo. ¿Te gustaría?

The end

"Para Natalia."

4 de octubre de 2007

Las 100 mejores (3/4)

Episodio VI: La lista

Al llegar al rellano, allí estaba la maleta. La habían dejado de pie y arrinconada en la zona más oscura, pero era prácticamente imposible no verla. La primera impresión me tranquilizó un poco. Al fin y al cabo, sólo era una maleta vieja de color canela. La cogí y la apoyé en el suelo, comprobando que realmente pesaba bastante. En la parte de arriba, alguien había escrito el número 34 con un rotulador grueso de color negro.

Tenía que abrirla… pero no en el rellano.

Entré en casa, la deposité sobre la alfombra del salón y me senté en el suelo frente a ella. Tal como había dicho Natalia, estaba cerrada con un reluciente candado blanco con clave de tres dígitos. Mientras lo examinaba, pensé en lo sucedido la noche anterior: la lluvia, la rotonda… y el SMS. Saqué el móvil y lo leí de nuevo: 55 + 62 + 65 + 35 + 07 + 49 + 28 = 34.

¡Exacto! El resultado de esa suma era 34, así que seguramente la primera parte tenía que ver con la clave. Sumé los siete primeros números… Daba 301. Tres dígitos. Tenía sentido, así que cogí el candado y marqué la clave.

No hubo suerte.

Lo miré durante un rato más. Ese candado no parecía un reto demasiado importante para uno de mis martillos, pero aun así decidí probar de nuevo sin pensar demasiado. Puse tres seises en el candado y estiré.

¡Bingo!

Una repentina sensación de felicidad me invadió. No sabía si había sido casualidad o talento, pero ver el candado en la palma de mi mano me hizo sentir bien. Mientras lo observaba complacido, pensé que nunca había visto un objeto como ese. Era especial, de una belleza singular... y ahora que estaba libre parecía relucir más que antes. Lo dejé con cuidado sobre un cojín y me dispuse a abrir la maleta. Justo en ese momento sonó el teléfono de casa. Por suerte, el inalámbrico rojo estaba encima del sofá y sólo tuve que alargar el brazo para cogerlo.

—Hola. Soy yo. —Era Natalia—. Veo que ya has llegado. ¿Has visto la maleta?
—Sí, y llamas en el momento ideal. Estaba a punto de abrirla.

Había llegado el momento. Me cambié el teléfono a la mano izquierda y utilicé la derecha para abrir la cremallera que recorría todo el contorno de la maleta. A continuación, con la misma mano, comencé a levantar la tapa percibiendo algo de luz que salía del interior.

—Parece que hay algo que… brilla —le dije.
—¿Son diamantes? —Natalia no se estaba tomando el tema con seriedad—. ¡Deben valer su peso en oro!
—Pues no —le respondí mientras miraba con incredulidad el contenido—. Está llena de... arena.
—¿Arena brillante? No entiendo.

Ignoré la última pregunta de Natalia. Yo sí estaba empezando a comprender el sentido de todo lo que ocurría. Levanté un puñado de arena con la mano y la dejé caer poco a poco sobre el resto.

—Arena del desierto de Arabia… —susurré pensando en voz alta mientras decenas de imágenes y sonidos se me agolpaban en la cabeza—. O puede que del circo romano de Jerusalén...
—¿Cómo? ¿Circo romano? ¿Crees que podría ser la maleta de un gladiador fugado? —Definitivamente se lo estaba tomando a cachondeo—. ¿Y no crees que has visto demasiadas películas americanas?

Su última pregunta me devolvió al mundo real. Todo tenía una explicación y Natalia acababa de dar con ella.

—Sí, tienes razón —le contesté recuperando la templanza—. Sólo es un poco de arena que evidentemente no brilla. No te preocupes. Luego lo hablamos, ¿vale?
—Vale, pero si finalmente hay que meterte en el manicomio, dímelo con tiempo para poder escoger una enfermera que te trate bien. Un beso.

Natalia había acertado de lleno. Ya todo estaba claro. Me levanté rápidamente y entré en el despacho. En la bandeja de la impresora todavía estaba la lista que yo mismo había imprimido dos días antes: la lista de las 100 mejores películas americanas de la historia. La repasé de arriba a abajo, conectando algunos títulos con lo que había ocurrido en las últimas horas.

1. Ciudadano Kane (1941)
2. El Padrino (1972)
3. Casablanca (1942)
4. Toro salvaje (1980)
5. Cantando bajo la lluvia (1952)
6. Lo que el viento se llevó (1939)
7. Lawrence de Arabia (1962)
8. La lista de Schindler (1993)
9. Vértigo (1958)
10. El Mago de Oz (1939)
11. Luces de la ciudad (1931)
12. Centauros del desierto (1956)
13. Star Wars (1977)
14. Psicosis (1960)
15. 2001: Una odisea del espacio (1968)
16. El crepúsculo de los dioses (1950)
17. El Graduado (1967)
18. El maquinista de La General (1927)
19. La ley del silencio (1954)
20. ¡Qué bello es vivir! (1946)
21. Chinatown (1974)
22. Con faldas y a lo loco (1959)
23. Las uvas de la ira (1940)
24. E.T.: El extraterrestre (1982)
25. Matar a un ruiseñor (1962)
26. Caballero sin espada (1939)
27. Solo ante el peligro (1952)
28. Eva al desnudo (1950)
29. Perdición (1944)
30. Apocalypse Now (1979)
31. El halcón maltés (1941)
32. El Padrino, Parte II (1974)
33. Alguien voló sobre el nido del cuco (1975)
34. Blancanieves y los siete enanitos (1937)
35. Annie Hall (1977)
36. El puente sobre el río Kwai (1957)
37. Los mejores años de nuestra vida (1946)
38. El tesoro de Sierra Madre (1948)
39. ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964)
40. Sonrisas y lágrimas (1965)
41. King Kong (1933)
42. Bonnie y Clyde (1967)
43. Cowboy de medianoche (1969)
44. Historias de Filadelfia (1940)
45. Raíces profundas (1953)
46. Sucedió una noche (1934)
47. Un tranvía llamado deseo (1951)
48. La ventana indiscreta (1954)
49. Intolerancia (1916)
50. El señor de los anillos: La comunidad del anillo (2001)
51. West Side Story (1961)
52. Taxi Driver (1976)
53. El cazador (1978)
54. M*A*S*H (1970)
55. Con la muerte en los talones (1959)
56. Tiburón (1975)
57. Rocky (1976)
58. La quimera del oro (1925)
59. Nashville (1975)
60. Sopa de ganso (1933)
61. Los viajes de Sullivan (1941)
62. American Graffiti (1973)
63. Cabaret (1972)
64. Network, un mundo implacable (1976)
65. La reina de África (1951)
66. En busca del arca perdida (1981)
67. ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966)
68. Sin perdón (1992)
69. Tootsie (1982)
70. La naranja mecánica (1971)
71. Salvar al Soldado Ryan (1998)
72. Cadena perpetua (1994)
73. Dos hombres y un destino (1969)
74. El silencio de los corderos (1991)
75. En el calor de la noche (1967)
76. Forrest Gump (1994)
77. Todos los hombres del presidente (1976)
78. Tiempos modernos (1936)
79. Grupo salvaje (1969)
80. El apartamento (1960)
81. Espartaco (1960)
82. Amanecer (1927)
83. Titanic (1997)
84. Easy rider (1969)
85. Una noche en la ópera (1935)
86. Platoon (1986)
87. 12 hombres sin piedad (1957)
88. La fiera de mi niña (1938)
89. El sexto sentido (1999)
90. En alas de la danza (1936)
91. La decisión de Sophie (1982)
92. Uno de los nuestros (1990)
93. Contra el imperio de la droga (French Connection) (1971)
94. Pulp Fiction (1994)
95. La última película (1971)
96. Haz lo que debas (1989)
97. Blade Runner (1982)
98. Yanki Dandy (1942)
99. Toy Story (1995)
100. Ben-Hur (1959)

El resultado era sorprendente. ¡Más de la mitad de las películas de la lista tienen alguna relación con esta historia!

Con la lista todavía en la mano, volví junto a la maleta y la miré nuevamente. No tenía nada de especial. Al fin y al cabo, sólo era una maleta vieja de color canela. La cerré con cuidado y le coloqué el candado de nuevo. Al intentar cerrarlo, comprobé que no funcionaba bien. Estaba tan viejo que bastaba con estirar fuerte para abrirlo. Sonreí. Tan sólo unos minutos antes estaba convencido de que había adivinado la clave.

Mientras la dejaba en el rellano, justo donde la había encontrado, tuve la sensación de que ya no pesaba tanto.

Dos días después, desapareció.

***

La verdad es que todavía no sé si aquel día atropellé a un perro. Seguramente no llegué ni a tocarlo. No lo sé y, en cualquier caso, ya nunca podré saberlo.

Pero lo que sí sé es que eso ya no tiene la menor importancia.

Fin

2 de octubre de 2007

Las 100 mejores (2/4)

Episodio V: La maleta

Siete horas más tarde, se encendió la radio. Dos tipos aburridos discutían sobre si Brando se había consagrado gracias a Tennessee Williams o si tuvo que esperar tres años más. Les acompañaba de fondo una pieza de Wagner que evocaba cualquier cosa menos un amanecer relajado.

Natalia les hizo callar.

En cualquier otro momento, me habría parecido un debate interesante, pero me reconfortó que volviera el silencio. Me sentía más cansado de lo habitual y recordaba vagamente haberme despertado por la noche, pero lo que realmente me fastidiaba era tener que trabajar en Agosto.

Entré en el baño con los ojos medio cerrados, encendí la ducha y me quedé mirando cómo caía el agua. Era relajante, casi hipnótico. Me duché sin ninguna prisa, con movimientos lentos e imprecisos. Al salir, un inoportuno resbalón terminó de despertarme. Por suerte, mi mano izquierda encontró la pared antes de que yo acabara en el suelo agarrado a la cortina de la ducha.

—Se te ve torpe —dijo Natalia riéndose.

Al parecer, acababa de entrar el baño. Estaba totalmente despeinada y llevaba un artilugio punzante en la mano, así que le respondí con la mejor de las sonrisas. Nunca se sabe...

***

Cuando llegué a la oficina, las ganas de trabajar todavía no habían llegado. Víctor sí.

—Acabo de ordenar mi mesa —me dijo con satisfacción—. He tirado documentos que tenían como seis años.
—Semejante odisea merece un buen desayuno —le contesté mientras llamaba al ascensor—. Tengo un hambre que me comería los zapatos.

Para no perder la costumbre, bajamos al bar de siempre, tomamos lo de siempre y hablamos de la última película que habíamos visto, como solíamos hacer siempre.

Cuando volvimos al trabajo, también nos esperaba lo de siempre. Me senté frente al ordenador y miré el reloj. Marcaba las 10.35. A los cinco minutos, lo volví a mirar. El tiempo avanzaba muy lentamente y me sentía un poco solo. A las 12.15 la sensación se acabó. Una versión electrónica de la quinta de Beethoven sonaba en mi móvil. En la pantalla ponía "Mi casa", así que debía de ser Natalia. Descolgué y pronuncié un par de vocales que intentaban parecerse a un saludo.

—Hola. —Era ella—. ¿Qué tal la mañana? ¿Mucho ambiente?
—En absoluto. La vida por aquí consiste en rutina y después más rutina.

A continuación me habló de la maleta por primera vez.

—Te llamaba para decirte que he encontrado una maleta abandonada en nuestro rellano. Primero pensé que podría ser de los vecinos, pero se supone que están de vacaciones en Los Ángeles. Ya sabes, visitando el barrio chino o de compras por Sunset Boulevard o…
—Sí, sí —le corté—. ¿Y es una maleta grande?
—Bastante... —respondió pensativa—. Y da un poco de mal rollo, porque pesa bastante y parece que se abre con una clave.
—Igual la vecina se ha cargado a su marido con la ayuda de su amante para cobrar la póliza del seguro. Últimamente la he estado espiando desde la ventana del salón y parece que tiene contactos con la mafia.
—Seguramente será eso. Ya me voy a trabajar mucho más tranquila. —Se notaba que mi respuesta no había sido suficiente para zanjar el tema—. En todo caso, Sr. Corleone, si puedes, échale un vistazo cuando vengas.

El día había comenzado bastante aburrido y me gustaba la idea de emular a Sam Spade, así que acepté el caso encantado y nos despedimos hasta la noche. Después de colgar, me puse en la posición de pensar durante un rato. No había querido decirle a Natalia la primera idea que me había venido a la cabeza al pensar en esa maleta. Había hecho bien. Era absurdo. No tenía ningún sentido.

Pero no podía dejar de pensar en ello…

***

Después de comer, una mezcla de curiosidad e impaciencia me dominó. Tenía que ir a casa y ver esa maleta. Entré en el coche y me propuse no hacer más conjeturas ridículas. No lo conseguí. ¿Cuánto debía pesar ese animal? ¿Diez quilos? ¿Quince? Para no pensar más, encendí la radio y puse un CD de bandas sonoras a todo volumen. Dos notas resonaron en el habitáculo dibujando un semitono aterrador… que fue suficiente para hacerme recaer. ¿Y cómo iba a abrir la maleta? Natalia había hablado de una clave.

Entré en el aparcamiento del edificio atropelladamente, sin esperar a que la pesada puerta de la entrada terminara de abrirse. Seguramente faltó poco para chocar, pero no me paré a mirarlo. Tenía prisa. Aparqué el coche un poco peor que de costumbre y me dirigí precipitadamente hacia el ascensor. Ocupado. Decidí subir por la escalera. Cuando no había subido ni dos pisos la cabeza comenzó a darme vueltas. Me detuve un momento apoyándome en la barandilla. La escalera ascendía formando una espiral que se movía a mi alrededor. Estaba mareado. Respiré profundamente un par de veces y continué.