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6 de enero de 2010

Los árboles con estrella

La siguiente historia está basada en hechos reales.

***

Quedaban pocos días para la Navidad y eso quería decir que también quedaban pocos días para que Víctor celebrara su cumpleaños por segunda vez. Esa tarde, tras salir de la oficina con el uniforme de mi otro trabajo, el de padre, había recogido a los pequeños Víctor y Leia en casa de sus abuelos y me encontraba en uno de esos tradicionales atascos navideños que te permiten disfrutar de la iluminación de las calles de Barcelona con detenimiento.

El semáforo que tenía delante llevaba en rojo un buen rato y Víctor, desde el asiento trasero, lo miraba fijamente.

—Cuando cambie de color, me avisas, ¿vale? —le dije.

Pero resulta que él estaba mirando otra cosa...

—¡Un árbol de Navidad! —gritó entusiasmado mientras señalaba a un pequeño abeto que había junto al semáforo.

—Pues sí, es verdad. Es un árbol muy bonito, Víctor. ¿Te gusta?

—Sí, es bonito... —respondió con voz triste—. Pero está roto.

—¿Pero por qué dices eso, Víctor? No tienes que estar triste. Yo creo que no está roto —le aseguré absolutamente convencido.

Aunque su respuesta, que sonó casi como un susurro, me dejó sin palabras.

—No tiene estrella...

Víctor estaba señalando la parte superior del árbol y yo acababa de entender por qué estaba triste. Probablemente los únicos abetos que él había visto eran árboles de Navidad. El que hay en nuestra casa, los de las casas de sus abuelos y tíos, los que había visto adornados en la calle... Todos tenían estrella... Todos, menos aquel pequeño abeto.

En aquel momento, no pude evitar pensar en lo habría ocurrido si viviéramos en un mundo gobernado por Charles Dickens y Frank Capra. Mi misión aquella noche habría sido fabricar una pequeña estrella dorada para coronar en secreto el pequeño abeto en mitad de la noche. Víctor la habría descubierto al día siguiente y sólo con su sonrisa el abeto habría crecido tres metros... Por otro lado, si Walt Disney hubiera tomado el poder, yo habría tenido mucho menos trabajo, ya que la estrella la habrían colocado unas ardillas con chaleco.

En todo caso, como todo eso me pareció muy poco práctico, en el siguiente semáforo le ofrecí una explicación de otro tipo.

—Mira, Víctor, ese árbol no estaba roto. Algunos árboles tienen estrella y otros no. Por ejemplo, los árboles que se ven desde nuestro balcón y que te gustan mucho, no tienen estrella.

—No tienen estrella... —repitió en un tono más alegre.

—No, no tienen, pero para ti son especiales porque los ves todos los días. ¿Quieres que te explique algo sobre árboles especiales?

—Sí...

Todavía quedaba bastante para llegar a casa y su hermana pequeña seguía durmiendo, así que me pasé la siguiente media hora hablándole de árboles muy especiales. Le hablé del Árbol de la Vida de Bahrein, del General Sherman, del Árbol del Tule de Oaxaca, de Hyperion, del Árbol de Hipócrates, del Árbol de María y, por supuesto, del Árbol de Víctor y Leia.

—¿Entiendes, Víctor? —le pregunté mientras entraba en el aparcamiento de casa—. Todos esos árboles tienen una estrella, aunque no la puedas ver a simple vista. De hecho, seguro que el abeto que hemos visto antes ha sido especial para alguien y esa persona es capaz de ver su estrella...

Víctor no respondió.

Cuando terminé de aparcar el coche, me giré para mirarlo y comprobé que estaba profundamente dormido. Supongo que no había escuchado prácticamente nada de lo que le había explicado. A su lado, Leia me observaba con sus enormes ojos mientras intentaba comerse la cadena del chupete.

Apagué el motor del coche y decidí esperar a que Víctor se despertara.

—No os preocupéis, hijos —les dije suavemente—. Os escribiré todo esto y otro día os lo vuelvo a explicar. Además, los árboles viven muchos años y seguro que cuando seáis un poco mayores podremos visitarlos... y entonces igual sois vosotros los que me explicáis su historia.

Fin

Nota del traductor: Las frases de Víctor están adaptadas al español desde su dialecto híbrido español-japonés original.

Nota del autor: En el próximo artículo y después de documentarme un poco, hablaré de todos los árboles que salen en esta historia, ya que es muy probable que me inventara una buena parte de lo que les expliqué... :-)

6 comentarios :

  1. Simplemente,genial!
    Un 10!!
    Tito joje.

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  2. Espero impacientemente ese otro artículo

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  3. Me ha gustado tu cuento de Navidad. Estoy seguro que Víctor se durmió para soñar con esos árboles fantásticos. La ilusión debería ser lo último que se perdiese... ¡Qué lástima no ser siempre un niño!
    Víctor, ya falta menos de un año para ver árboles enteros.El abuelo "tito".

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  4. Papa,

    plica cuento muemo!!

    Esto no se paga con dinero...

    Bsitos

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  5. Muy bonito cariño,me he emocionado , es como si yo hubiese vivido esa situación. De una vivencia has hecho un cuento fantástico.¡Enhorabuena!.
    Ya tengo ganas de leer otro de tus estupendos escritos. Me encantan.
    Mamá

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  6. No sabía que tenías esa vena de escritor, je, je, me ha gustado mucho.
    Elisabeth

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