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Este es mi blog personal y aquí escribo sobre Internet, tendencias, V&L, cine, fotografía y cualquier otro tema que me parezca que es imprescindible compartir. Si quieres, puedes seguirme por:

10 de diciembre de 2014

Diez días de oscuridad

Hoy hace diez días del accidente. Hoy se han cumplido diez días de oscuridad.

10 días de oscuridad

Parte I: El accidente

La verdad es que no recuerdo bien lo que pasó. Sé que yo conducía, que llovía mucho y que estaba comenzando a anochecer. Como no conocíamos el país —y mucho menos aquella zona—, ellas me daban conversación y me indicaban el camino; en parte, para que no me durmiera y, en parte, para evitar que nos perdiéramos. Durante horas recorrimos aquellas interminables montañas sin cruzarnos con ningún otro coche. Hasta que, en una curva, y por algún motivo que ahora ya no importa, el coche se salió de la carretera.

Cuando desperté, sentí frío y un intenso dolor en la espalda. Todo estaba oscuro y en silencio. No sabía dónde estaba ni lo que había pasado. Intenté levantarme de la cama, pero el dolor de la espalda se multiplicó por mil y eso me quitó la idea de la cabeza. Estaba claro que apenas podía moverme, así que miré hacia los lados. Todo estaba negro. Alargué el brazo derecho y comencé a palpar por el lateral de la cama buscando un interruptor. Entonces, oí su cálida voz.

—Perdona, me había quedado dormida —dijo cogiendo mi mano y devolviéndola suavemente a la cama.
—Menos mal que estás aquí —le respondí—. ¿Puedes encender la luz, por favor?

Supongo que debieron ser solo unos segundos, pero recuerdo que aquel silencio se me hizo eterno.

—¿Puedes encenderla, por favor? —insistí.
—Verás, ha pasado una cosa —dijo mientras apoyaba su otra mano sobre mi hombro—. Ayer tuvimos un accidente y tú te has llevado la peor parte, pero tienes que estar tranquilo. Te vas a poner bien.
—Pero, la luz...
—En realidad —me acarició dulcemente el brazo—, la luz ya está encendida.

No supe qué decir. Recuerdo que apreté su mano con fuerza mientras intentaba conservar la calma. Estaba ciego y casi no podía moverme. De repente, pensé en el accidente y en el coche...

—Pero, ¿y vosotras dos estáis bien? ¿Dónde está...?
—Estoy aquí —contestó desde el otro lado de la cama sin dejarme acabar la pregunta—. No te preocupes, estoy bien y estoy aquí... Nosotras vamos a estar aquí contigo lo que haga falta. Estaremos aquí hasta que te recuperes.

Entre las dos, me explicaron lo que había pasado. El accidente, por suerte, había ocurrido cerca de un refugio de montaña que tenía un teléfono operativo. Desde allí, habían llamado a emergencias y una ambulancia nos había trasladado al pequeño hospital que habíamos visto el día anterior en el pueblo, justo al lado del supermercado donde habíamos comprado las provisiones. Al parecer, el hospital estaba bastante vacío, por lo que me habían dado la mejor habitación de la planta superior. Me explicaron que era una habitación muy bonita y luminosa, aunque yo todavía no pudiera verla, y que tenía una amplia ventana desde la que se veía el río y un gran parque con muchos árboles y una pista de baloncesto en el centro.

—¿Hay alguien jugando? —pregunté.
—Sí, hay dos chicos jugando en una canasta. —Hizo una pausa y me pareció que sonreía—. Tiene bastante gracia, porque uno es mucho más alto que el otro, pero el pequeñajo le está dando una buena paliza. Ahora ha cogido un rebote y se ha ido hasta el centro del campo. Ese chaval es muy rápido. Se la pasa entre las piernas, hace un reverso, arma el brazo y... ¡Vaya triple! ¡El más alto se ha quedado quieto como una estatua! —Cerré los ojos y me giré lentamente a la izquierda buscando una posición cómoda desde la que oir su narración—. Ahora la tiene el alto. La está botando en la cabeza de la bombilla, pero le dura muy poco porque el pequeñajo mete la mano por detrás y se la roba. Se aleja otra vez hacia la línea de tres, se para, lanza en suspensión y...

Pocos segundos después, ya estaba dormido.

***

A la mañana siguiente, volví a despertarme con mucho dolor. Creo que sentía dolor y frío en todo el cuerpo salvo en la mano derecha, que ella no me había soltado en toda la noche. Con la otra mano me toqué la cara y noté que tenía los ojos vendados.

—Te han hecho una cura hace un rato y te los han tapado para que estés más cómodo —me explicó mientras me colocaba otra almohada bajo la cabeza—. Dentro de poco, te traerán un magnífico desayuno.
—¿Te he dicho alguna vez que esa cálida y preciosa voz que tienes... está entre las mejores del mundo? Siempre consigues que todo suene mucho más fácil de lo que es.

Tuve que imaginarme su sonrisa y su respuesta, ya que en ese momento la puerta se abrió y oí como alguien entraba en la habitación. Era la enfermera con el magnífico desayuno.

Ese día, después de desayunar, me tocó acostumbrarme a la oscuridad. Por suerte, las enfermeras me cuidaban muy bien y eso lo hacía todo más fácil. Siempre lo hacían en silencio porque en aquel hospital nadie hablaba nuestro idioma, pero la verdad es que cada vez que entraban en la habitación yo notaba que me trataban con mucho cariño. Poco a poco, empecé a encontrarme mejor. Además, afortunadamente para nosotros tres, la gran ventana de la habitación nos ofrecía muchas cosas interesantes de las que hablar. Todas las mañanas, nuestra comentarista deportiva favorita acercaba su silla a la pared izquierda de la habitación y nos narraba durante varias horas los partidos que veía en la pista del parque. Por las tardes, solía describirnos a la gente que paseaba junto al río. Muchas veces, eran los propios pacientes del hospital que se estaban recuperando y ya salían a pasear con sus familiares y amigos.

—Dentro de poco, ya verás como eres tú el que pasea con nosotras ahí abajo —solía decirme—. Igual hasta podemos acercarnos a la pista y hacer unos tiros...

Por las noches, después de ayudarme con la cena, volvía a colocar su silla al lado izquierdo de mi cama y, entre las dos, improvisaban algún juego para mantenerme entretenido hasta que me vencía el sueño.

Y así, pasó la primera semana de oscuridad.

Parte II: Los últimos días de oscuridad

Al octavo día, cuando me desperté, mi mano derecha estaba fría.

—¿Estáis ahí? —pregunté.
—Sí, aquí estamos. —Me pareció que su voz, cálida y preciosa como siempre, temblaba ligeramente—. ¿Cómo te encuentras?
—Superbién, gracias... ¿Ha pasado algo?
—No, todo va bien, pero tengo que explicarte algo. —Respiró profundamente—. Me han llamado de la embajada y voy a tener que ausentarme un par de días. Tengo que ir a la capital a encargarme del papeleo para que podamos volver a casa. Si te parece bien, voy a irme ahora y así aprovecho que ha dejado de llover...
—Bueno, no lo veo nada claro, pero me fío de ti —dije señalando en todas direcciones mientras intentaba disimular una media sonrisa—. Por cierto, si quieres aprovechar para comprarme algún regalito, ahora mi color favorito es el negro.
—Muy gracioso... Chistes de invidentes... Está claro que estás mucho mejor. —Oí como se abría la puerta de la habitación—. Os dejo, que ya traen el desayuno. Volveré pronto y, seguramente, con algún regalito.

La puerta de la habitación se cerró lentamente y nos quedamos unos segundos en silencio.

—¿Tú no tienes que irte, verdad? —pregunté alargando el brazo izquierdo.

Ella se levantó y me cogió la mano con fuerza.

—¡No, señor! —exclamó—. Yo me quedo aquí para ayudarte a desayunar, narrarte el partido y lo que haga falta. El de ayer fue un poco peñazo, pero tengo el presentimiento de que el encuentro de hoy será mucho mejor. Hace un rato, he visto llegar al pequeñajo del primer día con una pelota.

Tenía razón. El partido de esa mañana fue el mejor de todos. El pequeñajo les dio tal repaso a los otros chicos que nosotros dos, desde nuestra privilegiada tribuna, acabamos riendo a carcajadas. Luego, por la tarde, hubo una fiesta en el parque que se alargó hasta la madrugada. Ella me explicó todos los detalles: los jóvenes y no tan jóvenes que llegaban en coche, los que llegaban en bicicleta, los que bailaron, los que se enfadaron, los que llegaron por separado y se fueron juntos, los que bebieron demasiado y casi se caen al río...

Pensé que era muy curioso. Ella siempre se había considerado una mujer callada, pero en estos dos últimos días, la verdad es que no ha parado de hablar...

Y yo no he parado de reír.

***

Hasta que hoy, todo ha cambiado. Hoy, después de diez días de oscuridad, me he despertado repentinamente porque he creído escuchar el sonido lejano de una sirena de ambulancia. A mi lado, ella parecía que se recolocaba en su silla como si también estuviera despertando.

—Es extraño —he comentado—. Llevamos diez días en este hospital y es la primera vez que oigo una ambulancia...
—¿Cómo? ¡Una ambulancia! —ha gritado levantándose de golpe y corriendo hacia la puerta—. ¡Eso son muy buenas noticias!
—¿Buenas noticias? ¿Por qué?

Ha vuelto hacia mí y mientras comenzaba a quitarme la venda de los ojos, ha pronunciado tres palabras inolvidables.

—¡Nos han encontrado!

Epílogo: La luz

Una semana después...

Hoy hemos llegado a casa y todavía no puedo creerme lo que hicieron. Ya he recuperado la vista y las muletas me permiten caminar, pero todavía no me he recuperado del todo de lo que me han explicado en el viaje de vuelta.

Hace diecisiete días, después del accidente, ellas me sacaron del coche y consiguieron arrastrarme a un refugio abandonado en la montaña. No había teléfono. No había luz eléctrica. Solo había un oscuro sótano con una cama. Allí me colocaron, todavía inconsciente, y me curaron las heridas. Con las sábanas y mantas que llevábamos en nuestro equipaje, durante diez días, me taparon para que no tuviera frío. Con las provisiones que habíamos comprado en el supermercado del pueblo, durante diez días, me prepararon magníficos desayunos, comidas y cenas. Durante diez días, se turnaron para fingir ser enfermeras silenciosas. Durante diez días, me cogieron de la mano y estuvieron a mi lado. Durante diez días, inventaron un hospital, un parque y una ventana...

Y cuando comprobaron que ya estaba mejor, decidieron que una de las dos tenía que ir a buscar ayuda. Lo echaron a suertes, aunque no me han querido decir quién ganó. Solo sé que, después de caminar dos días sola por el bosque, llegó hasta el pueblo y regresó con una ambulancia.

Durante diez días, sus actos dijeron muchísimo más que sus palabras.

Por eso, lo único que puedo hacer hoy es escribir esta historia —que es la suya y no la mía— y dedicársela a todas las personas que saben imaginar ventanas de esperanza en sótanos sin luz.

Son las personas que dan sentido a los días de oscuridad.

Fin

26 de octubre de 2014

La recursividad y la paradoja del Hiperjuego (explicadas a una niña de 5 años)

Hace unos días, tuve una breve conversación con mi hija Leia de las que hacen pensar... Fue más o menos así:

— Papá, ¿qué es un diploma?
— Pues es un papel que te dan cuando consigues algo.
— Por ejemplo... ¿cuando consigues un diploma?
— Mmm... Sí, supongo que sí. Pero eso sería algo recursivo...
— Papá, ¿qué es recursivo?
— Leia, a dormir ahora mismo.

Estaba claro que este primer asalto lo había perdido yo. Uno a cero para Leia. Pero durante estos días he estado pensando y esta mañana le he dicho que le iba a explicar lo que es la recursividad jugando al Hiperjuego, un juego que esconde una curiosa paradoja matemática.

El Hiperjuego

El Hiperjuego es un juego por turnos con unas reglas muy sencillas. El primer jugador escoge un juego normal para que el segundo jugador empiece a jugarlo. A partir de ahí, se juega siguiendo las reglas del juego elegido.

Lógicamente, Leia me ha preguntado qué es un juego normal. Le he explicado que un juego normal es uno que siempre acaba después de un número finito de movimientos. Por ejemplo, son juegos normales el ajedrez o el tres en raya, pero no sería un juego normal el de piedra, papel o tijera, ya que puedes estar jugando toda la vida y que no se acabe nunca.

Una partida del Hiperjuego podría ser así:

  1. Yo empiezo escogiendo el juego del ajedrez.
  2. Leia hace el primer movimiento y mueve un peón.
  3. Seguimos jugando hasta que el juego acaba.

¿Y qué tiene que ver esto con la recursividad? Pues imaginemos que la partida es la siguiente:

  1. Yo escojo mi juego favorito: el Hiperjuego.
  2. Leia hace el primer movimiento (escoger un juego) y elige el Hiperjuego.
  3. Yo hago el primer movimiento de su Hiperjuego y escojo otra vez el Hiperjuego.
  4. Continuamos así indefinidamente...

Este sería un proceso recursivo, ya que mientras lo estamos ejecutando, se invoca a sí mismo y vuelve a empezar.

Es algo parecido a lo que pasa si buscas en Google recursividad. El Sr. Google, que es muy gracioso, lo primero que te indica es Quizás quisiste decir: recursividad. Por supuesto, si clicas ahí, vuelve a salir lo mismo...

La paradoja del Hiperjuego

Además de ejemplificar un proceso recursivo, el Hiperjuego encierra una interesante paradoja, porque... ¿es realmente el Hiperjuego un juego normal?

Supongamos que sí lo es. En este caso, el último ejemplo sería válido y tendríamos un caso en el que no podemos acabarlo en un número finito de movimientos, concluyendo que realmente no es un juego normal.

Ahora supongamos que el Hiperjuego no es normal. En este caso, en mi primera jugada no puedo elegir el Hiperjuego; debo elegir un juego normal. Pero si elijo un juego normal, el juego terminará después de un número finito de movimientos. Por lo tanto, el Hiperjuego es un juego normal.

Esta fascinante paradoja se la debemos al matemático americano William Zwicker.

La paradoja del Hiperjuego

Después de mi detallada explicación, estaba prácticamente seguro de que Leia me iba a preguntar qué es una paradoja. Pero no ha sido así. Me ha mirado con cara de póker y me dicho lentamente:

— Papá, ¿jugamos a otro juego más divertido?
— Bueno... ¿No te interesa esto que te he explicado?
— No.

Dos a cero para Leia.

4 de octubre de 2014

¿Quieres conocer mejor a alguien? Juguemos al juego del cubo en el desierto...

Juguemos a un juego. Solo te llevará 4 minutos y te permitirá conocer más profundamente algunos rasgos clave de tu personalidad.

El juego del cubo en el desierto

Imagina un desierto que se extiende más allá de donde alcanza la vista. ¿Lo tienes? Ahora imagina que en ese desierto hay un cubo. No me refiero a un cubo de los que usas para llevar agua. Me refiero a esa figura geométrica que tiene seis caras cuadradas idénticas.

Describe el cubo que estás imaginando. Sé preciso. ¿Qué tamaño tiene? ¿Es más grande que tú o más pequeño? ¿De qué material está hecho? ¿Cómo está situado? ¿Reposa sobre el suelo o está flotando en el aire? ¿Tiene alguna característica especial? Tómate el tiempo que necesites para pensarlo...

Ahora fíjate de nuevo en el desierto. Verás que, además del cubo, también hay una escalera. Describe la escalera. ¿Cómo es? ¿Qué tamaño tiene? ¿Cómo está situada respecto al cubo? Intenta ser lo más concreto posible.

Después de visualizar la escalera, observas que también hay un caballo. Creo que ya sabes lo que tienes que hacer: describe el caballo. ¿Qué está haciendo? ¿Corre, está quieto o está haciendo alguna otra cosa? ¿De qué color es? ¿Interactúa de alguna manera con el cubo o la escalera?

Vuelves a fijarte en el desierto y ves que también hay flores. Mira bien esas flores y descríbelas. ¿Cuántas hay? ¿Dónde están? ¿Qué relación tienen con los otros elementos de la escena?

Ya estamos acabando. Lo último que ves en el desierto es que hay una tormenta. Describe esa tormenta. ¿Qué tipo de tormenta es? ¿Está cerca o lejos? ¿Afecta de alguna manera al cubo, la escalera, el caballo y las flores? Piensa que esto no es un juego de lógica y no hay respuestas mejores y respuestas peores. La única respuesta válida es la que tú has elegido imaginar.

Perfecto, ya hemos acabado. Si te lo has tomado en serio y has seguido las instrucciones, puedes continuar leyendo y te explicaré cómo deberías interpretar lo que has imaginado. Si no lo has hecho, todavía estás a tiempo de volver a empezar y hacerlo bien. Piensa que si continúas leyendo, nunca sabrás qué habría explicado este juego de ti.

Desierto

La interpretación

¿Recuerdas el cubo? El cubo eres tú.

¿Sabes por qué? Cuando nuestra mente imagina una entidad abstracta e indefinida de la que desconoce todos los detalles, proyecta sobre ella la mejor definición que encuentra: nuestra propia identidad.

Por lo tanto, el tamaño del cubo debes asociarlo a tu ego. Si lo has imaginado grande, más grande que tú, es que tienes mucha autoestima y seguridad en ti mismo. Si lo has imaginado pequeñito, probablemente se trata de lo contrario.

La posición del cubo también es relevante. Si está bien apoyado en la arena, eres una persona realista, con los pies en el suelo. Si el cubo flota en el aire, eres visionario y soñador. Si el cubo se apoya en el suelo sobre un vértice, eres perfeccionista, exigente y reservado. ¿Lo imaginaste situado en lo alto de una duna en una posición prominente? Probablemente eres una persona de principios, idealista y con cierto sentido de superioridad.

La escalera son tus amigos.

¿Imaginaste la escalera del mismo material que el cubo? Eso es que te gusta rodearte de gente similar a ti. ¿Estaba apoyada en el cubo? Probablemente es que tus amigos están muy cerca y sientes que dependen de alguna manera de ti. Las escaleras de madera suelen representar a personas cercanas y relaciones íntimas y duraderas. Las escaleras de metal representan relaciones más profesionales, frías y distantes. ¿Tu escalera estaba rota y/o muy alejada del cubo? Es posible que encuentres a faltar a alguien o que creas que no lo necesitas.

El caballo es tu pareja ideal.

Puede ser tu pareja actual o la que te gustaría tener. ¿Es blanco? Tienes una visión idealizada de la otra persona. ¿Es marrón? Eso refleja familiaridad, normalidad, estabilidad. ¿Es un corcel negro, fuerte y de raza árabe? Veo delicadeza, sensibilidad y una relación ardiente. ¿Era un unicornio? ¿Un burro o una mula? ¿Estaba tu caballo a la sombra del cubo? ¿Encima de él? ¿Imaginaste varios caballos? Saca tus propias conclusiones... :-)

Las flores son tus hijos.

Creo que en este punto no son necesarias muchas explicaciones. Piensa en la cantidad y la posición de las flores y reflexiona especialmente sobre la interacción de estas con el caballo o el cubo. Hay personas que han imaginado al caballo comiéndose las flores o al cubo aplastándolas. Muy revelador.

Por último, la tormenta son los problemas o conflictos y la manera de afrontarlos.

Si imaginaste una ligera tormenta lejana que no afecta a los otros elementos, nada te preocupa demasiado. Si la tormenta está dentro del cubo, se percibe un conflicto interno. Si se trata de un huracán que lo ha destrozado todo a su paso... busca ayuda.

Ya está. Ahora que ya lo conoces, ya puedes jugar con tus conocidos o desconocidos. En cualquier caso, esto solo es un pequeño juego psicológico y conviene tomárselo como eso. Parece ser que existe desde hace siglos —originado en algún país centroeuropeo y formulado después de diferentes maneras— y se han escrito varios libros que lo explican con profundidad.

En la actualidad, si googleas un poco, verás que muchos bloggers lo recomiendan para ligar con alguien que te acaban de presentar o romper el hielo en una primera cita. Si te funciona, ya me dirás...

9 de septiembre de 2014

Las 13 fotos más increíblemente terribles utilizadas para vender una casa

La semana pasada salió a la venta un libro que debería convertirse en un bestseller. Se titula Terrible Estate Agent Photos y contiene una recopilación de las mejores peores fotos que se han utilizado en anuncios inmobiliarios con el fin de intentar vender una propiedad en el Reino Unido.

Terrible Estate Agent Photos

Su autor, Andy Donaldson, lleva casi dos años recogiendo estas imágenes en su blog TerribleRealEstateAgentPhotos.com que, por méritos propios, se ha convertido en una sensación viral con más de 100.000 visitantes únicos al día.

Yo he escogido las 13 fotos que me han parecido más hilarantes de las más de 300 que hay en el blog. Por supuesto, como suele pasar, los títulos de las fotografías hacen buena parte del trabajo...

1. Vais a morir

De las dos opciones, "Señor, bendice esta casa" era la opción más popular.

2. Eric, el cerdo

¡Levántate Eric, que el de la inmobiliaria está aquí! ¡Y, por Dios, ponte algo de ropa!

3. En la cocina con muchas copas

Esta propiedad dispone de una cocina completa, tal como muestra aquí un hombre borracho tumbado en el suelo.

4. Todo muy mono

Esto es lo que sucede cuando le das su propia habitación a tu mono y le dejas que la decore.

5. Brian, el psicokiller

Los dueños anteriores están siendo gradualmente evacuados por su hijo mayor, Brian.

6. Mirando hacia arriba

Detalle de la instalación de arte moderno "Cosas mirando hacia arriba".

7. Flipper & Flipado

Adobe acaba de lanzar una edición de Photoshop para Agentes de la Propiedad Inmobiliaria con avanzadas funciones de seguridad que evitan este tipo de cosas.

8. Miau

Cuando acabes de hacer fotos, tenemos que hablar...

9. La ducha de la vergüenza

Por varios motivos, esta es una ducha que debe comprobarse cuidadosamente antes de usarse.

10. En el fondo

Los propietarios aseguran que dragarán la piscina antes de que los nuevos inquilinos se muden.

11. Inodoros en cocinas...

Esta formará parte de mi presentación en el próximo congreso de sociología con el título: "Inodoros en cocinas... ¿Qué diablos le pasa a la gente?".

12. Inodoros con pistolas...

El papel higiénico es más tradicional y considerablemente menos peligroso.

13. Poltergeist

Este inmueble viene completo con su propio poltergeist que, ocasionalmente, amontona todos tus muebles a un lado de la habitación.

13 de agosto de 2014

Cómo no hablar del suicidio de Robin Williams: el mal ejemplo de la Academia

Robin Williams murió por suicidio hace dos días y las redes sociales se han llenado de mensajes de apoyo y de recuerdo. Posiblemente, uno de los más vistos y compartidos es este tweet de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas:

Genie, you're free.

Acompañado por un fotograma de Aladdín, el texto "Genio, eres libre." recuerda uno de los papeles más destacados de Robin Williams y, posiblemente, el papel que cambió la forma de entender el trabajo de los actores de primera línea en las películas de animación.

Hasta este momento, y después de más de 320.000 retweets, este mensaje lo habrán visto unos 70 millones de personas y, sin duda, la intención de la Academia no es otra que recordar con cariño al actor. Pero es importante destacar que este tweet lleva implícito un planteamiento absolutamente inapropiado sobre un tema tan delicado como es el suicidio.

Básicamente, rompe con las recomendaciones establecidas por los expertos en salud pública sobre cómo hablar y cómo no hablar del suicidio. Según Christine Moutier, Directora Médica de la Fundación Americana para la Prevención del Suicicio:

Si este tweet no cruza la línea, se acerca mucho, mucho a ella. El suicidio no debe ser presentado nunca como una opción. Eso puede producir potenciales contagios.

Robert Gebbia, Director General de la Fundación, añade en una nota publicada ayer con el título La información insegura sobre el suicidio puede costar vidas:

Los estudios son claros: los mensajes inapropiados sobre la muerte por suicidio pueden provocar que otros intenten suicidarse.

Vuestra ayuda es especialmente importante al informar sobre la muerte de Robin Williams, ya que vuestra historia llegará a muchas personas, incluyendo a algunas en riesgo que pueden estar contemplando suicidarse. La elección de las palabras, las frases, el contenido importa.

Por favor, tomad un momento para aseguraros de que vuestra información es segura. Podéis estar salvando una vida.

Espero que la muerte de Williams inicie una reflexión sobre el suicidio y la salud mental. Aprovechad la oportunidad de animar a los lectores que padezcan algún problema de salud mental a buscar la ayuda que necesiten para ponerse bien y permanecer sanos.

En la actualidad, esta reflexión no va dirigida únicamente a los periodistas profesionales de los grandes medios de comunicación. En la actualidad, esta reflexión va dirigida también a mí, que escribo en mi blog personal, y también al Community Manager al que le ha tocado gestionar la cuenta de Twitter de la Academia en el mes de agosto. En la actualidad, todos tenemos la capacidad y la responsabilidad de comunicar.

Por ello, me ha parecido muy interesante resumir aquí los puntos que destaca la Fundación en su guía de recomendaciones para informar sobre el suicidio.

Lo que se debe hacer:

  • Trata siempre el suicidio como un problema de salud mental.
  • Incluye enlaces a servicios de tratamiento, señales de alerta y canales de información sobre el suicidio. En España, se puede encontrar ayuda en el Teléfono de la Esperanza llamando al 902 500 002.
  • Incluye historias esperanzadoras.
  • Vigila los comentarios a tus publicaciones para identificar aportaciones dañinas o personas expresando pensamientos suicidas.
  • Contacta con un experto en el tema para conseguir reflejar bien la realidad.

Lo que se debe evitar:

  • Evita enseñar vídeos o fotos del método usado o el lugar.
  • Evita hablar del suicidio o del intento de suicidio en términos de éxito o de fracaso. En lugar de eso, di que ha sido una muerte por suicidio.
  • Evita mostrar una visión romántica de la muerte.
  • Evita decir que los índices de suicidio se disparan, o que hay una epidemia u otros términos contundentes.
  • Evita publicar texto de una nota de suicidio.
  • Evita citar/entrevistar a la policía o a los primeros testigos sobre las causas del suicidio.
  • Evita describir un suicidio como inexplicable o inesperado.

25 de julio de 2014

El efecto Verplanck y la importancia del feedback

Hacer un comentario positivo o negativo, dar las gracias o no hacerlo, retwittear algo interesante, responder un Whatsapp, darle al botón Me gusta, explicar lo que no te ha gustado, reír un chiste, devolver una mirada... Todo esto son posibles respuestas a acciones cotidianas. Todo esto es feedback y tiene mucha más influencia en nuestro comportamiento de lo que habitualmente pensamos.

Un ejemplo que ilustra lo mucho que puede condicionar el comportamiento de los demás el feedback que nosotros damos es el siguiente experimento psicológico:

El efecto Verplanck

Hace un tiempo, unos chicos de la Universidad de Harvard decidieron hacer un experimento con su profesor. Una mañana, antes de empezar una clase, pactaron entre ellos que cuando el profesor se pusiera en la parte izquierda del aula, todos los alumnos sonreirían. Por el contrario, cuando el profesor estuviera en la parte derecha, todos le mirarían con mala cara.

El efecto Verplanck

Además, para no hacerlo de una manera brusca y forzada, acordaron hacerlo progresivamente con una especie de gradiente de buenas y malas caras. Es decir, cuanto más a la derecha, menos sonrisas y más malas caras. Cuanto más se iba acercando a la zona izquierda, más alumnos cambiaban la mala cara por una sonrisa.

El resultado os lo podéis imaginar. El profesor acabó dando la clase pegado a la esquina izquierda del aula y sin saber por qué. Y, de hecho, psicológicamente este es el asunto más interesante: el profesor cambió su comportamiento inconscientemente, gobernado por el feedback que recibía de sus alumnos.

El feedback en el trabajo

En el ámbito laboral, el feedback es un tema esencial siempre que se habla de liderazgo, motivación, comunicación interna dentro de un equipo, etc. Creo que al volver de las vacaciones escribiré otro artículo sobre esto y sobre cómo pueden ayudar las plataformas de colaboración social a hacer fluir este feedback de una manera más eficaz.

Bueno, igual lo escribo o igual no. Supongo que todo depende del feedback que reciba de este... :-)

12 de mayo de 2014

Cuanto mayor es Miss América, más ciclistas mueren atropellados... y otras relaciones espurias

Lo demuestra la siguiente gráfica: en los últimos años la edad de Miss América ha estado claramente correlacionada con el número de ciclistas que mueren tras tener un accidente con un coche, una camioneta o una furgoneta en los Estados Unidos.

Correlación entre la edad de Miss América y las muertes de ciclistas por atropello

Se trata de una relación espuria que, tal como nos explica Wikipedia, es...

En estadística, una relación espuria (o, a veces, correlación espuria) es una relación matemática en la cual dos acontecimientos no tienen conexión lógica, aunque se puede implicar que la tienen debido a un tercer factor no considerado aún (llamado "factor de confusión" o "variable escondida"). La relación espuria da la impresión de la existencia de un vínculo apreciable entre dos grupos que es inválido cuando se examina objetivamente.

En la web Spurious Correlations podemos encontrar miles de estas correlaciones sin sentido aparente, que prueban un principio básico del pensamiento crítico: la correlación no implica causalidad.

Si tienes interés y algo de tiempo, puedes buscar relaciones entre multitud de variables, como el número de divorcios, las diferentes causas de muerte, lo mucho que llueve, el consumo de algunos alimentos o las películas en las que participa Nicolas Cage. Por ejemplo, algunas relaciones curiosas que he encontrado son:

El número de divorcios en Maine está estrechamente relacionado con el consumo de margarina per cápita en USA.

El gasto realizado en ciencia y tecnología está relacionado con el número de suicidios por ahorcamiento.

La cantidad de obras de arte visual con copyright está inversamente correlacionada con el número de mujeres que mueren en NY tras resbalar o tropezar.

Hace algún tiempo leí en algún sitio que nuestro cerebro es una excelente máquina de reconocimiento de patrones. Miramos una mancha en la pared y nos parece que tiene la forma de un gato, escuchamos a la persona que tenemos al lado y nos recuerda a Tyrion Lannister, vemos unas nubes en el cielo y creemos reconocer la silueta del Halcón Milenario... Nuestra mente intenta siempre buscar la relación entre lo nuevo y lo conocido, aunque sepamos que probablemente no exista tal relación.

Por este motivo, si tienes tiempo, Spurious Correlations es un buen sitio para perderlo intentando encontrar un sentido a estas relaciones aparentemente fortuitas. Por ejemplo, yo lo del número de suicidios y las películas protagonizadas por Nicolas Cage lo veo bastante lógico... :-)

22 de abril de 2014

Ya a la venta en Venecia... Poveglia, el lugar más siniestro del mundo

Se la conoce como la isla del no retorno, la isla de la locura o el infierno, aunque su nombre más habitual es el de...

La isla de los muertos

Poveglia, situada en la Laguna de Venecia, cerca de Lido, lleva muchos siglos maldita...

La isla de Poveglia

Quizás todo empezó en 1379 cuando, tras una guerra entre venecianos y genoveses, la isla quedó totalmente abandonada. Dos siglos más tarde, en 1576, la peste bubónica azotó Italia y cuando los cadáveres empezaron a amontonarse en Venecia, las autoridades de la ciudad decidieron llevar a los muertos y a los infectados a Poveglia. Para evitar que la plaga se extendiera, cualquier persona que pudiera estar infectada era inmediatamente trasladada a la isla, donde le esperaba una más que probable muerte y acompañar a otros miles de cadáveres que eran apilados e incinerados en grandes fosas comunes. Durante muchos años, servir de gran crematorio fue su única función y, debido a ello, buena parte del suelo de la isla está formado por las cenizas de aquellos cadáveres.

Vista aérea de Poveglia

En los dos siglos posteriores, Poveglia amplió sus funciones y se utilizó como un control de acceso a la ciudad. Los mercaderes y viajeros que se acercaban a Venecia debían pasar por la isla antes de llegar a la ciudad y hacer la cuarentena —un invento veneciano— para evitar males mayores.

Hospital psiquiátrico en Poveglia

Más recientemente y, tras otro periodo en el que permaneció abandonada, en 1922 se instaló en la isla un hospital psiquiátrico. Los pacientes y residentes advirtieron desde el inicio sucesos extraños, como susurros y apariciones inexplicables. Pero esa no resultó ser su mayor preocupación, ya que el director del hospital comenzó a realizar terribles experimentos con los pacientes.

Durante años, les torturó sometiéndolos a rudimentarias lobotomías y trepanaciones con taladros de mano, cinceles y martillos. Hasta que un día, fruto de su propia locura o arrepentido de sus actos, el doctor se suicidó lanzándose desde lo alto de la torre del campanario.

Hospital psiquiátrico en Poveglia

En 1968, el hospital cerró definitivamente y la isla permanece deshabitada desde entonces. Algunas fuentes estiman que, hasta ese momento, más de 1.000.000 de personas habían muerto en Poveglia.

Campanario de Poveglia Fosa común en Poveglia

La subasta del gobierno italiano

Si te interesa la propiedad y no te incomoda —o incluso te atrae— la historia que acabo de explicar, estás de suerte.

El Gobierno de Italia, que tiene algunos problemas económicos, ha anunciado que la isla de Poveglia, junto con otros edificios públicos, saldrá a subasta pública a través de Internet el próximo 7 de mayo. El afortunado comprador tendrá derecho a la propiedad de una concesión de la isla y sus edificios durante los próximos 99 años.

Al parecer, ya hay algunos inversores que planean construir un hotel de lujo en la isla.

No sé... ¿Hotel de lujo? A mí, con ese pasado entre Poltergeist, Shutter Island y Vértigo, me suena mejor otra cosa...

11 de abril de 2014

Del estilo masón al estilo masivo y... ¿por qué los camiones de UPS solo giran a la derecha?

La masonería (o francmasonería) procede de los gremios de constructores medievales de catedrales y castillos. En aquella época, ya fueras albañil o arquitecto, conocer los secretos implicados en la construcción de una buena catedral era garantía de muchas cosas: dinero, posibilidad de viajar, conocer a gente influyente... Por este motivo, aquellos expertos se unieron en torno a una institución cuyo objetivo era guardar celosamente su conocimiento, en parte para preservarlo y en parte para que no estuviera al alcance de cualquiera. Es un buen ejemplo de un sistema de gestión del conocimiento cerrado, opaco y al servicio de solo unos pocos privilegiados.

Hoy, la tecnología lo ha cambiado todo.

Hoy, en un blog (medio de comunicación abierto y masivo) que he encontrado mientras realizaba un MOOC (curso online abierto y masivo) he podido conocer una sorprendente estrategia que la empresa UPS ha aplicado con éxito gracias al análisis masivo de datos (i.e. Big Data) que posibilita la tecnología actual.

Los camiones de UPS no giran a la izquierda

Camión de UPS

UPS es una gran empresa logística que tiene una flota de casi 100.000 camiones. Desde hace 10 años, los conductores de esos camiones siguen una política muy concreta por lo que respecta a sus rutas: cuando haya que girar, hay que hacerlo hacia la derecha. No se debe dar un giro a la izquierda si se puede evitar dando la vuelta a la manzana con tres giros a la derecha.

¿Por qué?

Desde 2001, gracias a los sistemas de seguimiento instalados en los camiones, los ingenieros de UPS recogen y analizan datos para optimizar sus procesos de negocio. Esta optimización pasa en muchos casos por reducir el combustible consumido, el tiempo invertido en cada ruta, el espacio ocupado, los riesgos, etc.

En 2004, determinaron que, en general, los giros hacia la izquierda generan graves problemas de eficiencia ya que el tráfico que viene en sentido contrario suele producir esperas (pérdida de tiempo y combustible) y puede ocasionar más accidentes. Por lo tanto, lo único que había que hacer era modificar los navegadores GPS de los camiones para que eviten a toda costa esos giros. Y lo hicieron.

En muchos casos, esta política seguro que genera trayectos más largos pero aún así... UPS anunció en 2012 que gracias a ella y a alguna otra optimización habían ahorrado casi 40 millones de litros de gasolina y habían reducido las emisiones contaminantes equivalentes a retirar de las carreteras 5.300 coches durante un año.

Mmm... La verdad es que es difícil de creer. Pero el hecho es que el programa de cazadores de mitos Mythbusters hizo una prueba y confirmó que la política es correcta y que solo girando a la derecha se ahorra combustible. Eso sí, solo si hablamos de camiones. Los coches o vehículos más pequeños son otra historia.

En fin, espero que los de UPS se hayan acordado de enviar la correspondiente actualización del sistema para los camiones británicos.

15 de febrero de 2014

El último año sin guerras fue el 597, aunque quizás...

Siria, Irak, Sudán del Sur, Afganistán... Todavía hay muchas guerras en el mundo. Tantas, que la Wikipedia tiene una categoría en la que se listan cronológicamente todos los conflictos registrados. Tras un conteo rápido, he calculado que ahora mismo todavía quedan unas 40 guerras activas en alguna parte de nuestro planeta.

Además, el número de conflictos no cotiza precisamente a la baja. Hace unos días, en un artículo titulado Siempre hemos estado en guerra, me encontré con la siguiente gráfica:

El autor, a partir de los datos registrados en la categoría que he mencionado de la Wikipedia, ha calculado las guerras activas cada año de los últimos 3.000 y ha llegado a una rápida y contundente conclusión: no hemos tenido ningún año de paz desde hace más de 1.400 años. Concretamente, el último año sin guerras fue el 597.

Triste.

Aunque quizás lo más triste sea pensar que el año 597 igual tampoco fue un año de paz. En realidad, el ejército romano del emperador bizantino Mauricio libró una guerra en los Balcanes entre los años 582 y 602. Al parecer, los años 596 y 597 fueron únicamente una breve tregua y, según la información de la propia Wikipedia, es posible que en otoño del 597 los ávaros ya hubieran emprendido de nuevo la campaña en la zona del Danubio.

En fin, es posible que lo único singular de las guerras de ese año es que ya no quedó nadie para registrarlas.

22 de enero de 2014

¿Existe el color rosa? Pues resulta que no.

A mi hija de 4 años le encanta el rosa y, tras ver decenas de episodios de la Pantera Rosa y debatir con ella (mi hija) sobre cuál es el color más adecuado para vestirse a diario, no me he atrevido a decirle lo que explica el siguiente vídeo de MinutePhysics: que el color rosa no existe.

El vídeo dura un minuto y es bastante fácil de entender. El color rosa es realmente la combinación del rojo y el violeta, pero si buscamos en el arco iris, no veremos el color rosa. ¿Por qué? Porque la luz roja y la luz violeta son precisamente los dos extremos opuestos del arco iris y no existe una longitud de onda combinada que genere luz rosa. El color rosa es, por lo tanto, una ilusión creada en nuestro cerebro para interpretar frecuencias entre el rojo y el violeta, pero no existe una onda de luz con una frecuencia específica que se corresponda con el rosa, tal como ocurre con todos los demás colores.

Una vez resuelta esta importante pregunta, tocaría abordar otras cuestiones relacionadas:

  1. Cuando alguien aparenta tener una vida de color de rosa... ¿es eso también una ilusión?
  2. Cuando mi hija pequeña me explicaba que todos sus amigos imaginarios visten de rosa... ¿me estaba dando una lección de física?
  3. Y sobre todo... ¿la Pantera Rosa es macho o hembra? Porque la Wikipedia dice que es de género masculino, pero mis hijos no lo ven de la misma manera...
La Pantera Rosa