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Este es mi blog personal y aquí escribo sobre Internet, tendencias, V&L, cine, fotografía y cualquier otro tema que me parezca que es imprescindible compartir. Si quieres, puedes seguirme por:

6 de abril de 2013

Una entrada corta sobre la carta más corta entrada en un sobre

Victor Hugo incluyó en Los Miserables la frase más larga jamás escrita en una novela. Ocupa casi 3 páginas y contiene 832 palabras, 93 comas, 51 puntos y comas y 4 guiones. A pesar de ello, en ocasiones, Victor Hugo apreciaba la brevedad.

En 1862, tras acabar Los Miserables, el escritor francés decidió tomarse unas merecidas vacaciones. Transcurridos unos días, sintió curiosidad por saber cómo irían las ventas de su novela, así que le envió a su editor una carta que solo contenía:

?

Esta carta supuso el segundo récord conseguido por Victor Hugo, ya que está considerada como la carta más corta jamás enviada.

Al poco tiempo, el editor, entusiasmado con las excelentes ventas, igualó el récord contestando con otra carta igualmente breve:

!

Hoy, en la era de Twitter y WhatsApp, este tipo de mensajes breves y directos son muy comunes. Al fin y al cabo, como ya comenté el año pasado en algunas entradas, las modas digitales de nuestra época (como las llamadas perdidas o el uso de aplicaciones de mapas en el móvil), suelen tener antecedentes analógicos...

16 de marzo de 2013

Los monos capuchinos también se indignan ante la corrupción y la injusticia

Nóos, Gürtel, Millet, Bárcenas, Pretoria, Campeón, Pallerols, Crespo... Los casos de corrupción afloran con tanta frecuencia que hasta la Fiscalía Anticorrupción se está planteando fumigar nueve comunidades autónomas para intentar contenerlos.

Ante esta lamentable e injusta situación, la reacción humana más común es la indignación. Y, al parecer, a los monos les pasa algo parecido...

Un estudio sobre la justicia... con monos capuchinos

En 2003, en la Emory University de Atlanta se realizó un estudio que demostró que los animales cooperativos como los monos capuchinos tienen sentido de la justicia y la igualdad y, por lo tanto, rechazan frontalmente la inequidad y la injusticia.

Estudio sobre la justicia con monos capuchinos

Casi diez años después, la misma universidad ha repetido el estudio y esta vez lo ha grabado en vídeo.

El experimento es muy simple:

  1. Se enseña a dos monos capuchinos a realizar una sencilla tarea: devolver una piedra que se les entrega por un agujero.
  2. Se le pide a uno de los monos (el de la izquierda) que realice la tarea y, tras realizarla correctamente, se le premia con un trozo de pepino. A los monos capuchinos no les apasiona el pepino, pero éste considera el pago adecuado y se lo come.
  3. Al otro mono (el de la derecha) se le pide la misma tarea y, tras realizarla correctamente, se le premia con una uva. A los monos capuchinos sí les encantan las uvas, así que se la come rápidamente mientras su compañero se lo mira con un ligero mosqueo...
  4. Al primer mono, el de la izquierda, se le vuelve a solicitar la misma tarea y éste se da mucha prisa en realizarla. Tras hacerlo, se le recompensa de nuevo con un triste trozo de pepino.
  5. Contrariado ante el agravio comparativo, el mono de la izquierda le muestra a su cuidadora de manera bastante precisa lo que opina sobre su remuneración...

A continuación, podéis ver el vídeo explicado por el responsable del experimento. Está en inglés, pero las imágenes son muy claras a partir del minuto y medio, que es cuando empieza la acción:

La conclusión final es más que evidente: los monos, al igual que las personas, no toleran que algunos privilegiados obtengan beneficios no merecidos.

Es injusto. Es corrupción. Es indignante.

Y a quien hay que exigirle que reconduzca la situación (por ejemplo, tirándole un trozo de pepino) es a quien ostenta el poder.

18 de febrero de 2013

El 83% de los radiólogos no vieron el gorila

24 experimentados y reputados radiólogos fueron convocados por el Brigham and Women's Hospital (Boston) para participar en un experimento organizado por su equipo de psicólogos. Según les explicaron, tenían que observar detenidamente las TAC de los pulmones de 5 pacientes con el fin de descubrir 10 pequeños nódulos pulmonares. Mientras observaban las imágenes en la pantalla de un ordenador, un sistema de eye tracking registraba con precisión todos los movimientos de sus ojos para saber dónde estaban mirando en cada momento.

Ésta es una de las imágenes que les mostraron del último paciente.

TAC mostrado a los radiólogos

Lo que vieron los radiólogos

Los radiólogos, excelentes profesionales, descubrieron fácilmente los 10 minúsculos indicadores de cáncer de pulmón que les habían retado a encontrar.

Lo que NO vieron los radiólogos

Si te has fijado bien en la imagen anterior, habrás encontrado un simpático gorila bailando en la esquina superior derecha. De los 24 radiólogos que participaron en el experimento, 20 no lo vieron.

Según indicó el sistema de eye tracking, esos 20 radiólogos habían estudiado las diferentes zonas de la imagen una media de cuatro 4 veces. Pero cuando posteriormente les preguntaron por el gorila, no sabían de qué les estaban hablando...

¿Y por qué no lo vieron?

Este experimento es un homenaje a un conocido vídeo de 1999 titulado El gorila invisible, en el que se nos pedía contar cuántas veces se pasaban la pelota unos chicos con camisetas blancas. Hace unos meses, mi colega Carles lo añadió en un comentario de la entrada Haz la prueba: ¿cuantas cartas rojas ves?, en la que yo presentaba un experimento bastante similar.

Tanto el vídeo del gorila como el de las cartas vienen a demostrar el fenómeno de la ceguera por falta de atención. En muchos casos, cuando nuestros cerebros están concentrados en una tarea, son incapaces de ver cosas que suceden justo delante pero que no son lo que esperamos ver.

Según los psicólogos del Hospital de Boston, esto mismo es lo que les ocurrió a los radiólogos.

Según mi mujer, esto mismo es lo que me pasa a mí cuando me envía a buscar algo a cualquier habitación de la casa.

5 de febrero de 2013

Por qué y cómo luchar contra las patentes de software malas

La semana pasada, mi colega Marcos y yo tuvimos la oportunidad de participar en un taller sobre las patentes de software malas organizado por id law partners y Open Invention Network (OIN) en el que pudimos entender el efecto destructivo sobre la innovación que tienen estas patentes y también pudimos poner en práctica algunas de las estrategias para combatirlas.

Pero antes de hablar de las estrategias, conviene empezar por unas definiciones:

¿Qué es una patente?

Una patente es un conjunto de derechos exclusivos concedidos por un Estado y durante un periodo limitado de tiempo al inventor de un nuevo producto susceptible de ser explotado industrialmente (o su cesionario), a cambio de la divulgación de la invención.

¿Qué es una patente de software?

Una patente de software es un monopolio que conceden algunas oficinas de patentes en el mundo sobre funcionalidades, algoritmos, representaciones y otras acciones que se pueden llevar a cabo con una computadora.

Es decir, no se trata de una protección sobre un programa informático o su código. Para eso ya existe el copyright. Se trata de obtener derecho de exclusividad sobre lo que hace ese programa.

Un ejemplo que suele utilizarse para ilustrar lo absurdas que pueden ser algunas patentes de software es el del One-Click de Amazon. En 1999, la oficina de patentes americana concedió a Amazon la patente sobre las compras con un click en una tienda online. Al año siguiente, Apple quiso poner en iTunes esa funcionalidad de compra rápida con un solo click sin tener que pasar por un carrito de la compra. Al fin y al cabo, si ya tienes los datos de compra y envío guardados en el sistema, no parece práctico tener que pedírselos al usuario todas las veces. ¿Y qué tuvo que hacer Apple? Pues pagar a Amazon una licencia de uso de esa "invención" que había patentado el año anterior.

¿Qué son las patentes de software malas?

Son aquellas que no deberían haberse concedido por no tener inventividad o novedad o por ser únicamente de software. Hay que tener en cuenta que la legislación europea, a diferencia de la americana, impide específicamente patentar "programas de ordenador, como tales". Lamentablemente, ese "como tales" deja la puerta abierta a demasiadas interpretaciones...

¿Y quién se aprovecha de estas patentes de software malas? Los Patent Trolls.

¿Qué son los Patent Trolls?

Un Patent Troll es una persona o empresa que impone sus patentes contra uno o más supuestos infractores de forma agresiva u oportunista, a menudo sin la intención de fabricar o comercializar el producto objeto de la patente.

En definitiva, aprovechan las grietas del sistema para obtener el máximo beneficio económico penalizando seriamente la capacidad de innovación de las empresas atacadas. Mala gente...

¿Cómo se pueden combatir estas patentes de software malas?

La solución más simple sería cambiar las leyes erradicando definitivamente y sin ambigüedades las patentes de software. Mientras eso no suceda, se pueden aplicar algunas de las técnicas que pudimos compartir con los expertos que participaron en el taller de la semana pasada:

  • Elaborar publicaciones defensivas. Una invención debe ser nueva para poder ser patentada y cualquier documento que la explique publicado antes de la solicitud de una patente, invalida esa novedad. Por lo tanto, cualquier persona o empresa puede proteger sus invenciones publicando un documento descriptivo en un repositorio abierto como, por ejemplo, www.defensivepublications.org. De esta manera, sin tener que asumir los costes de solicitar una patente, puede impedir que otro la patente en el futuro.
  • Unirse a una comunidad de no agresión como la que promueve OIN, en la que 500 empresas se comprometen a compartir sus patentes y utilizarlas colectivamente para defenderse a sí mismos y a la comunidad del software libre en general.
  • Invalidar las patentes malas mediante la búsqueda de prior art (estado del arte o estado de la técnica). Los examinadores de las oficinas de patentes tienen un tiempo muy limitado para determinar si una invención es nueva o no. Por ello, hacerles llegar documentación de calidad que demuestre que lo que se intenta patentar no era nuevo cuando se solicitó la patente es clave para invalidarla.

Respecto a esta última vía, la semana pasada nos propusimos buscar prior art que invalidara una patente concedida en el año 1999 sobre un sistema de backup local a través de Internet. Esta patente, que sigue en vigor, está siendo utilizada por el abogado que la adquirió (alias "el Patent Troll") para denunciar a diversos fabricantes de software cuyos productos realizan esta función (como Google, Microsoft, IBM y otros menos conocidos).

La verdad es que lo primero que pensamos es que es muy lamentable que alguien pretenda imponer un peaje a cualquier servicio en Internet que realice una copia local de datos. Al fin y al cabo, ese es un concepto trivial que no tiene sentido que pertenezca a nadie... Como el doble click de ratón (patentado por Microsoft)... Como las tabletas con bordes redondeados (patentado por Apple)...

En fin, esperemos que la documentación que enviamos a la OIN contribuya a la desaparición de otra patente mala.