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Este es mi blog personal y aquí escribo sobre Internet, tendencias, V&L, cine, fotografía y cualquier otro tema que me parezca que es imprescindible compartir. Si quieres, puedes seguirme por:

18 de octubre de 2012

Afortunadamente, llevamos 200.000 años robando las ideas de los demás

¿Qué nos hace diferentes a los seres humanos del resto de especies del mundo animal? ¿Por qué nosotros hemos evolucionado mucho más rápido y hemos creado tecnología, moral o arte?

Si asumimos que esta premisa es cierta y que nuestra especie está evolutivamente mucho más avanzada —lo cual no siempre es obvio— es fácil llegar a la respuesta que nos ofreció en TED Talks el biólogo Mark Pagel: la clave de nuestro éxito evolutivo es el lenguaje.

La tecnología social del pasado

En su libro Wired for Culture: Origins of the Human Social Mind, el profesor Pagel nos explica:

Nuestra herencia cultural es algo que hoy en día damos por sentado, pero su invención alteró para siempre el curso de la evolución y de nuestro mundo. Esto se debe a que el conocimiento se pudo ir acumulando gracias a que buenas ideas eran retenidas, combinadas y mejoradas, y otras eran descartadas.

[...]

Tener cultura significa que somos la única especie que adquiere las reglas de su vida diaria a partir del conocimiento acumulado de nuestros antepasados ​​y no de los genes que ellos nos pasan. Nuestras culturas y no nuestros genes suministran las soluciones que utilizamos para sobrevivir y prosperar en nuestra sociedad; nos proporcionan las instrucciones sobre qué comer, cómo vivir, los dioses en los que creer, las herramientas que hacer y usar, el lenguaje que hablar, las personas con las que cooperar y casarnos, y con quién luchar o incluso matar en una guerra.

Y... ¿cómo se activó exactamente ese aprendizaje social? ¿Cómo adquirió nuestra especie la capacidad de observar e imitar a los demás con el fin de evolucionar el comportamiento propio de manera beneficiosa?

La respuesta es que fue la aparición de una nueva tecnología social, el lenguaje, lo que facilitó la práctica que Pagel denomina robo visual: el robo sistemático de las mejores ideas de los otros sin tener que gastar tiempo y esfuerzo en desarrollarlas uno mismo.

El aprendizaje social es realmente un robo visual y, en una especie que tiene esta capacidad, se podría haber considerado ventajoso que cada individuo ocultara sus mejores ideas para que los otros no se las robaran. Esto no sólo habría paralizado nuestra adaptación cultural acumulada, sino que nuestra sociedad podría haberse colapsado bajo el peso de la sospecha y el rencor.

Así que, hace unos 200.000 años, nuestra especie en ciernes, recién equipada con la capacidad para el aprendizaje social, tuvo que enfrentarse a dos opciones para gestionar el conflicto de intereses que podía traer este aprendizaje social. Una era que estas nuevas sociedades humanas se fragmentaran en pequeños grupos familiares a fin de que los beneficios de cualquier conocimiento fluyera sólo a los propios parientes. Si hubiéramos adoptado esta solución todavía estaríamos viviendo como los hombres de Neandertal, y el mundo no sería muy diferente de como era hace 40.000 años, cuando nuestra especie entró en Europa. Esto se debe a que estos pequeños grupos familiares habrían producido menos ideas que copiar y habrían sido más vulnerables a la mala suerte.

La otra opción de nuestra especie era adquirir un sistema de cooperación que pusiera nuestro conocimiento a disposición de los demás miembros de nuestra tribu o sociedad, incluso aunque fueran personas que no estaban estrechamente relacionadas con ella (en definitiva, poner las bases que hicieran posible la compartición de bienes e ideas de forma cooperativa). Tomar esta opción significaría que cualquier individio o familia tendría a su disposición un fondo de sabiduría acumulada y talento mucho mayor de lo que podía esperar producir. Esta es la opción que seguimos, y los vehículos culturales con los que surcamos el mundo fueron el resultado.

Como ya apunté en otro artículo, una vez que decidimos adoptar esta estrategia de cooperación, los seres humanos nos dedicamos a crear iterativamente estas nuevas y mejores ideas apoyados en los tres pilares básicos de la creatividad: la copia, la transformación y la combinación.

Los elementos básicos de la creatividad

La tecnología social de hoy

Hoy, en el siglo XXI y gracias a Internet, nuestra sociedad ha creado nuevas tecnologías sociales que permiten que el proceso descrito anteriormente se produzca a una velocidad y a una escala nunca antes imaginada.

Por ejemplo, a nivel empresarial, las organizaciones actuales están usando herramientas informáticas de colaboración social que permiten que cualquier idea, experiencia o propuesta pueda ser compartida, comentada, valorada y mejorada inmediatamente por cualquier persona, desde cualquier sitio y desde cualquier PC, smartphone, tablet... Sin duda, el proceso de obtención de buenas ideas por selección natural nunca ha gozado de tan buena salud.

Aun así, para acabar este artículo, me gustaría compartir cuatro obviedades que es conveniente plantearse en el momento de poner en marcha estas nuevas tecnologías sociales en una empresa:

  1. Compartir es bueno. Cuantos más obstáculos y restricciones pongamos, menos eficaces seremos.
  2. Las buenas tecnologías sociales no provocan la aparición de buenas ideas. Eso solo depende del talento de las personas. Lo que sí sucede es que muchas personas tienen buenas ideas que no comparten porque no saben cómo hacerlo o les resulta muy costoso. En este aspecto sí que ayuda mucho la buena tecnología.
  3. Es falso que las personas se resistan a los cambios. La resistencia al cambio se produce fundamentalmente cuando el cambio es a peor. Si en una empresa se habilitan nuevas formas naturales de colaborar y se crea el clima adecuado, las personas querrán aprovecharlas. Está en nuestra naturaleza.
  4. Las personas comparten su conocimiento especialmente en las áreas que más dominan. Por ello, las tecnologías sociales nos permiten descubrir no solo cómo hacer algo (know-how) sino quiénes son los expertos en el tema (know-who).

Por supuesto, si al leer estas cuatro ideas finales (o cualquiera de las anteriores) se te ha ocurrido alguna mejora, te invito a compartirla como prefieras: en los comentarios de este blog, en Twitter, en Facebook, en una pintura rupestre, etc.

16 de septiembre de 2012

Las estatuas de la Isla de Pascua tienen unos cuerpazos

Tal y como explicaba en mi anterior entrada, cuando los seres humanos centramos nuestra atención en algo, acostumbramos a perdernos lo que sucede justo al lado... o, en este caso, justo debajo. Veamos la siguiente imagen:

Moais de la Isla de Pascua

Efectivamente, son los moáis de la Isla de Pascua y no necesitan presentación. Hay más de 600 estatuas similares a estas por toda la isla. Algunas son muy grandes y otras son más pequeñas. Algunas están terminadas y otras no lo están. Algunas tienen todo el cuerpo y otras tienen sólo la cabeza...

O, al menos, eso hemos creído durante mucho tiempo.

Veamos otra imagen:

Moai de la Isla de Pascua desenterrado

Pues sí, al parecer estábamos observando las cabezas de la Isla de Pascua de una manera un tanto superficial. Los arqueólogos del Easter Island Statue Project han querido llegar al fondo del asunto y han encontrado cuerpos enteros bajo las cabezas.

Esta revelación aclara el misterio de las cabezas, pero plantea nuevas preguntas. ¿Enterró alguien voluntariamente a los moáis? ¿Fueron sepultados por algún fenómeno natural? ¿Los ha enterrado paulatinamente el paso del tiempo y, por lo tanto, son mucho más antiguos de lo que se creía?

Más información en la web del proyecto: www.eisp.org.

6 de septiembre de 2012

Haz la prueba: ¿cuantas cartas rojas ves?

El año pasado, publiqué un artículo titulado La fortuna de saberse afortunado en el que explicaba un curioso estudio sobre la suerte realizado por el psicólogo Richard Wiseman. Hoy quiero presentar un nuevo experimento suyo tremendamente sencillo e igualmente curioso.

La prueba

En el siguiente vídeo, que dura menos de un minuto, el Dr. Wiseman nos irá enseñando unas cuantas cartas... ¿Eres capaz de contar cuántas cartas rojas ves?

Nota: no sigas leyendo si todavía no has hecho la prueba.

El resultado

Efectivamente, en el vídeo aparecen quince cartas rojas. Si no has acertado esto, en tu caso las posibles conclusiones son:

  • no sabes contar
  • tienes un daltonismo galopante
  • tu monitor es monocromo

Pero, si estás en el otro caso y has contado bien las cartas... ¿has visto el perro, el pollo, el búho, el hombre y la mujer? Si no sabes de qué hablo, vuelve a ver el vídeo y no cuentes cartas.

Si eres como la mayoría (entre los que me incluyo) la primera vez no los habrás visto. El motivo es que nuestro cerebro, cuando está muy concentrado en una tarea o en un punto, suele perderse los detalles que lo rodean.

Al fin y al cabo, si no fuera así, los trucos de magia no tendrían ningua gracia.

22 de agosto de 2012

Palomas de la paz a la brasa al estilo Seúl '88

Ahora que ya han finalizado los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y hemos vuelto a vivir gloriosas proezas deportivas y emocionantes ceremonias, no he podido evitar recordar un episodio olímpico que, aunque emocionante, no creo que se pueda calificar como "gloriosa proeza".

Ocurrió en Seúl, el 17 de septiembre de 1988, durante la ceremonia inaugural de los XXIV Juegos Olímpicos.

La tradicional liberación de las palomas de la paz

Como venía ocurriendo desde Amberes 1920, la ceremonia inaugural incluyó en sus comienzos una simbólica liberación de palomas blancas recordando uno de los principales valores olímpicos: la paz.

La liberación de las palomas de la paz en Seúl '88

Como las palomas fueron importadas especialemente para la ocasión, no conocían la ciudad, así que decidieron que no tenían otra cosa mejor que hacer que quedarse a ver el resto de la ceremonia.

El lugar que escogieron para contemplar el espectáculo fue una elegante torre que ofrecía unas excelentes vistas a todo el estadio.

Las palomas observan la ceremonia

Después de un rato de buena música y buenos bailes coreanos, tres individuos se acercaron al improvisado palomar, también conocido como pebetero, armados con unas antorchas. Se mascaba la tragedia...

Los atletas de Seúl encendiendo la barbacoa

El encendido del pebetero

El pebetero se encendió tal como estaba previsto y el resultado os lo podéis imaginar: una excelente barbacoa de palomas y multitud de defensores de los derechos de los animales en pie de guerra. Por suerte, tal como se aprecia en el extremo izquierdo de la foto oficial, algunas aves con buenos reflejos escaparon a tiempo.

La foto oficial del encendido del pebetero de Seúl

Aquí tenéis un vídeo del momento. Lo bueno empieza en el minuto 7:

Conclusiones

Tras el suceso, rápidamente se buscaron culpables. Algunos dijeron que la organización debería haberlo previsto. Otros señalaron a las palomas, argumentando que deberían estar más familiarizadas con el protocolo de encendido de un pebetero, después de tantos años participando en las ceremonias...

Al final, la consecuencia real de aquella barbacoa fue que las palomas solo participaron en una ceremonia más, la de Barcelona 1992, y con unos prácticos pinchos alrededor del pebetero.

Supongo que, por lo tanto, la conclusión es que la culpa fue de las palomas...